Entrevistas íntimas, un puñado de amenas conversaciones

En este libro de Editorial Trayecto, Alfredo Potthoff se distancia de la entrevista tradicional, pues logra llegar al alma de cada uno de sus escogidos.

La pregunta es precisa formularla en un país que abusa de las entrevistas hasta el hartazgo. ¿Qué hace una buena entrevista? ¿Capacidad empática, rapidez mental, espíritu inquisidor, preparación intensa y sagacidad para “meter” la pregunta oportuna en el momento preciso?
Algunas de estas cualidades…o tal vez todas. También influye la historia personal de quien hace o contesta las preguntas. Y es que como bien lo explicó la célebre Oriana Fallaci a una estudiante de periodismo que quería hacer entrevistas como las de ella: “Usted no puede hacer entrevistas como yo. Tendría que tener mi rostro, mi edad y mi pequeña estatura, haber nacido donde yo lo hice, haberse paseado cuando niña por Florencia, haber visto el Ponte Vecchio, la obra de Miguel Ángel y el Giotto, haber tenido un padre y una madre como los míos, haber vividos mis tragedias y todos mis amores; mi cerebro y todo lo que está almacenado en él no sólo determina mi comportamiento y además mi manera de acercarme a las personas y a los hechos…”

Respuesta formidable de una entrevistadora que ya forma parte del cenáculo mundial.

En “Entrevistas Íntimas” (Editorial Trayecto, 194 páginas), Alfredo Potthoff demuestra que sabe llegar a lo más recóndito del alma de las personas. Diría que el autor se podría perfeccionar en Perfiles Humanos, ya que su plus consiste en distanciarse de las preguntas convencionales, haciendo muchas veces emocionar al entrevistado, llevándolo al terreno de sus experiencias más íntimas. Juega a favor del autor la forma en que traslada al personaje de la esfera que lo ha llevado a ser famoso.

Verbi gracia: Chiqui Aguayo confiesa la difícil realidad de su hermano autista, a quien tuvo que sacar de la Fundación que lo cuidaba, pues ya tenía la suficiente para batírselas por sí solo. “Allí nos dimos cuenta de una realidad bien terrible, y es que en Chile, si tienes una capacidad distinta, después de los 26 años quedas muy desamparado”.

En el caso de la consagrada actriz Delfina Guzmán, Potthoff le pregunta si acaso alguna vez quiso ser política, pues su hijo fue ministro de Hacienda. Algo sorprendente la respuesta de la actriz:

-“No, no aspiro a nada de eso. Es atroz. Ahí no me meto. Mi tribu es la cultura. ¿Un puesto político? Por ningún motivo. Me carga. Vieras tú las peleas que he tenido con mi hijo Nicolás. Un gran guitarrista, cantaba estupendo. Debió haberse dedicado a eso, en vez de esa payasada de ser ministro. No sé qué diablos le pasó…”

Es digno de encomio la humildad del autor cuando le corresponde entrevistar a personajes que fueron sus ídolos de juventud, como el caso del mejor comediante de habla hispana: Coco Legrand:
-“Mientras caminaba por Apoquindo hacia la oficina en la que entrevistaría a Coco Legrand, pensaba en cómo lograr entre el equilibrio entre fan y entrevistador. Yo iba a conocer a un ídolo del humor. Me sé de memoria su actuación del Festival de Viña de Viña del Mar el año 2010. Me fascinaba su dominio en el escenario…”

Y luego sobreviene la batería de preguntas del periodista al comediante. En un medio como el chileno, donde los periodistas suelen ser directos hasta lo procaz, Potthoff lanza una de sus pocas preguntas donde intercala algunos chilenismos. Y lo hace a propósito de uno de los acápites de los monólogos de Legrand:
-Utilizando una frase tuya, ¿cómo enfrentas la vida:”Siempre de huevón”, o nunca de huevón?”.

Canchero y experimentado, la respuesta de Legrand está imbuida de su desenfado y propia de eso que los franceses llaman savor faire:
-“No. Yo experimenté la vida como cualquier huevón. No escapo a ello. Pero sí con una alta disposición a hacer lo que me gusta, que de algún modo te sirve para no doblarte o coserte al primer hervor…”

Entrevistas íntimas recopila 38 conversaciones a distintos famosos, publicadas e n el diario La Segunda desde el año 2015.

Creo que son demasiadas entrevistas para un libro de 194 páginas, lo que obliga a que éstas sean cortas. En algunas de ellas, el lector quedará con sabor a poco, y en algunos entrevistados de poca monta, quedará con sabor “a más”. Es el riesgo que se corre al forjar un libro de entrevistas.

Al transitar por las páginas del texto, me queda meridianamente claro que Alfredo Potthoff puede dar mucho más. Le exigiremos más, pues su grado de preparación va más allá que la del periodista tradicional. Es también Ingeniero Comercial e hizo su práctica profesional en Telemundo, Washington (Estados Unidos)

Su debut con este libro de entrevistas es más que promisorio.

Pero estoy cierto que si se atreve con un segundo, su bagaje cultural se apreciará de mejor modo.

Un libro altamente recomendable para quienes nos dedicamos a las entrevistas…y para los que deseen aprender a formularlas.